Tecnología: Una malla de colágeno ayuda a cerrar heridas diabéticas y de presión
Se trata de una especie de parche biodegradable, elaborado a base de colágeno tipo I, obtenido de fascia de vaca, una membrana que envuelve y aísla órganos y músculos. El dispositivo fue creado por el Grupo de Ingeniería de Tejidos de la Universidad Nacional (U.N.), en Colombia, y ya ha sido probado en modelos animales (conejos), en los cuales ha demostrado que mejora la cicatrización.
Su efectividad, del 90 por ciento, también ha sido evidenciada en personas con úlceras venosas, diabéticas o de presión, es decir, áreas de piel lesionada por permanecer en una misma posición durante mucho tiempo.
Tras más de una década de investigaciones, la nueva propuesta para la cicatrización de heridas y la generación de piel estará al alcance de la medicina.
A través de recursos estatales, se podrá hacer la primera producción industrial, con el fin de obtener los lotes necesarios para solicitar el registro sanitario ante el Instituto Nacional de Vigilancia de Medicamentos y Alimentos (Invima) y llevar a cabo los primeros estudios clínicos controlados. De esta forma, se convierte en el primer dispositivo médico de estas características desarrollado en la U.N.
Este adelanto científico demuestra que es posible llevar a la aplicación clínica una investigación financiada con recursos públicos. La obtención de este producto es el resultado del trabajo adelantado por el mencionado grupo, bajo el liderazgo de la química farmacéutica, la doctora Martha Raquel Fontanilla, quien desde su formación ha implementado tecnologías que permiten ofrecer sustitutos de tejidos naturales, los cuales estimulan la rehabilitación de zonas del cuerpo con afectaciones en la piel y en la mucosa oral.
“Se trata de una labor de grupo para obtener un producto desarrollado localmente, pues si bien existen soportes semejantes, la mayoría son importados”, destaca la profesora Fontanilla.
Aunque todavía no se han realizado estudios comparativos con productos existentes en el mercado, el dispositivo se ha probado en 15 pacientes, en los cuales ha demostrado ser eficaz.
“Los tratamientos de regeneración de tejidos suelen ser muy costosos y por eso las EPS optan por no cubrirlos, sin embargo, quienes más requieren un procedimiento de este tipo son personas de estratos bajos, que simplemente son tratadas con cremas o vendajes”, manifiesta Ronald Jiménez, candidato a doctor en Ciencias Farmacéuticas de la U.N., cuya investigación actual se centra en el diseño y desarrollo de sistemas de entrega controlada que se pueden aplicar en ingeniería de tejidos y medicina regenerativa.
En los países en desarrollo existe la necesidad de implementar metodologías de bajo costo y asequibles para el tratamiento de úlceras venosas, diabéticas o de presión. Colombia no es la excepción. Por ejemplo, un estudio de prevalencia elaborado por la Facultad de Enfermería de la U.N. encontró que las úlceras por presión, acompañadas por dermatitis, se dan por falta de cuidados médicos en el 22 por ciento de los casos. El mayor porcentaje de pacientes que padecen esta patología son mayores de 65 años.
El colágeno tipo I es la proteína que los investigadores del grupo utilizan para la elaboración del parche biodegradable. Lo obtienen de fascia de vaca, que después de ser extraída y liofilizada, mediante deshidratación por frío, es procesada para mejorar su estabilidad y permitir su manipulación. Dicha etapa hace que el parche que se utiliza para regenerar la zona afectada sea poroso.
Las mallas de colágeno son estructuras tridimensionales que sirven como andamio para que las células se adhieran y se multipliquen. Se pueden aplicar en diferentes tipos de herida, pues se diseñan de acuerdo al tamaño del área a regenerar, lo que permite que se amolden a las necesidades clínicas.
“Lo que hemos hecho cuando se aplica en humanos es poner la malla, prehumedecida en plasma del paciente, en la zona afectada después de que se ha removido el tejido muerto. Posteriormente lo cubrimos con vendas. El mismo procedimiento se repite cada ocho días, hasta cuando la herida ha cerrado”, amplía Lady Espinosa, doctora en Biotecnología de la U.N. e integrante del grupo.
Según los investigadores, la aplicación del producto debe hacerla un médico o una enfermera con experiencia en el manejo de heridas, pues se requieren acciones que impidan la aparición de infecciones que obstaculizan o retrasan la recuperación de los pacientes. (Fuente: UN/DICYT)